80. Lee el texto y responde de la pregunta 80 a la 83.Abrir un libro como quien abre una puerta
Leer un libro no es fácil. Estar sentado,
encorvado, frente a un objeto que tiene
doscientas páginas que hay que ir leyendo una
por una, renglón por renglón, letra por letra.
Además, este acto nada fácil hay que realizarlo
en la soledad, mientras el resto del mundo
juega o se enamora.
Leer, como la mayoría de las cosas que
cuestan trabajo, acaba facilitando la vida. Las
historias que vienen en los libros sirven, de
entrada, para entender mejor lo que nos
sucede, lo que nos pasó, lo que nos rodea y lo
que nos espera. Si algo puede ayudarnos
tanto, algún esfuerzo tendremos que hacer a
cambio, y esta ayuda no es cualquier cosa:
después de leer una buena historia, se ama y
se juega mucho mejor.
A la literatura no se le puede entrar por
cualquier lado; si se le ataca por la puerta
equivocada, se puede terminar perdiendo la
oportunidad de jugar y de amar como Dios
manda. Mis dos primeras lecturas escolares,
cuando era un niño sin libros leídos, fueron La
llíada y el Poema de Mio Cid. Tuve que leerlas
para acreditar una materia; ni les entendí muy
bien y me sirvieron poco; no tenía ni los años
ni las lecturas suficientes. En esa primera
oportunidad, entré a la literatura por la puerta
equivocada.
Tiempo después me encontré en la calle,
olvidada en una banca, la puerta correcta: De
perfil, de José Agustín, un escritor que hablaba
como yo y que vivía en un mundo que era el
mío. Entonces empecé por donde debía,
entendí que la literatura debe irse
descubriendo de adelante para atrás, de Julio
Cortázar hasta Miguel de Cervantes, por decir
algo.
Las historias que se escriben hoy contienen,
en cierta medida, todas las historias que se
han escrito; se trata de ir de adelante hacia
atrás, hasta que descubramos la historia
primigenia. Entrar a la literatura por el Poema
de Mio Cid es como querer pelar una cebolla
de adentro hacia fuera. Al que de primer libro
le toca La llíada está empezando un proceso
amoroso en sentido contrario: se está
relacionando con una top model mundial,
cuando nunca ha tenido oportunidad ni de
tomarse un café con la vecina.
Hay que entrar a la literatura por la puerta
correcta y aprovechar sus beneficios: si se
pretende amar con reservas, hay que leer a
Onetti; si se quiere amar con desapego, hay
que recurrir a Rubem Fonseca; si el amor que
se busca es oblicuo, no queda más remedio
que Donoso; Nabokov, si se trata de amar a
una niña; Flaubert, si la mujer es mayor.
No olvidar que mientras más se lee, mejor se
ama y mejor se juega, y desde luego se es
mejor persona. Aquél que hace años dejó
abandonado el libro en aquella banca,
difícilmente sabrá que abrió la puerta por
donde entré yo, ahora, a estas líneas.
Jordi Soler
Las dos primeras dificultades que se presentan al leer un libro son :
buen examen
Son muy buenas preguntas
Me está ayudando demasiado